I. Panorámica general
II. Su Pestilencia
III. Los Hombres rata




Tharbad posee un elaborado sistema de alcantarillado. Una parte original para las inundaciones, que construyeron los dúnedain y que recorre parte de lo que es el barrio de los ladrones y zonas adyacentes. Y nuevas excavaciones llevadas a cabo por diferentes alcaldes de Tharbad, y los túneles y corredores excavados por los habitantes de las cloacas, que llegan hasta el marjal.

Las tuberías principales miden 2,10 de diámetro y los túneles sencillos 1,5 metros. Conectan con verjas y ranuras de las calles en ventanucos de 90 cm de diámetro y tienen escalas de hierro para subir. Hay otros huecos por los que no se cabe (respiraderos). Las cloacas están a cinco metros bajo el nivel del suelo. Puede haber explosiones de gases de los pantanos si se hace fuego (2%).
Esto otorga nivel e higiene a Tharbad, y lo mantiene entre las capitales más avanzadas y civilizadas de la Tierra Media, pero también lo convierte en un sumidero de las peores alimañas, proscritos, y maleantes que acceden y se esconden fácilmente en los oscuros, angostos y laberínticos corredores de sus alcantarillados.

Las cloacas abarcan tres áreas concéntricas. En un primer anillo los alcantarillados originales de los númenóreanos, relativamente bien cuidadas y relativamente libres de crimen, salvo en algunos puntos en los que operan los Caverné. Su iluminación es suficiente. En un segundo anillo, las construcciones que realizaran las siguientes generaciones de tharbardili. Aquí ya se nota un estilo diferente, menos cuidado, más angosto y de menor valor arquitectónico. Su nivel de criminalidad es mayor y su nivel de iluminación pobre o inexistente. Por aquí y más allá pululan la banda de 'Su Pestilencia'. Y cubre casi todo Tharbad, al menos por donde se han construido alcantarillas. Más allá es el tercer nivel y se adentran las excavaciones hasta lo más profundo de los marjales. No hay ningún tipo de iluminación. Este es el terreno de los hombres rata, expulsados hasta aquí por los hombres de 'Su Pestilencia' y por las autoridades de Tharbad. Podrían darse encuentros también con ratas gigantes y serpientes de las cloacas. Los roedores infectan los tres niveles, incluso los accesos a las cloacas y ciertos barrios insanos de la ciudad.
Los límites entre las cloacas de Tharbad y la continuación de éstas bajo los aledaños de la ciudad y el marjal, están tras una especie de lago pantanoso subterráneo. Nadie sabe que hay algo más allá y a nadie en su sano juicio se le ocurriría ir.

Es húmedo, oscuro, laberíntico y sumamente peligroso. Pero si se busca bien, se podrá encontrar al Barquero, y quizás te cruce al otro lado. Sólo hay que tocar una pequeña campana y pagarle (3 mo). Lo curioso de todo es que, por mucho que la hagan sonar, no emitirá ningún sonido. El Barquero acudirá al poco, siempre desde el interior del oscuro lago, y en el más sepulcral de los silencios. Es un enlace. El control humano para las ciénagas. Por si le descubrieran que no se sospeche. Eso sí, las zonas profundas del marjal pertenecen y están infectadas de hombres rata.

Si se unieran los dos clanes de las cloacas podrían expulsar a los Caverné de la pequeña región de las cloacas que dominan. Salvo que Vredil tomara cartas en el asunto, pero Vredil está muy limitado tras el aviso de Tharkûn. Aunque son demasiado indisciplinados y estúpidos para unirse y organizarse. Y la guardia de Tharbad siempre podría limpiar las cloacas si el asunto se pusiera serio. Caras Gwanoth es un sumidero de este tipo de gentuza. En cualquier caso, no dejan de ser peligrosos y molestos.

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Las cloacas las domina un curioso individuo al que denominan ‘Su Pestilencia’, un horrible y obscenamente obeso individuo, que ha ido expulsando poco a poco al señor de las ratas hasta que se han visto obligados a excavar en las cloacas hasta más allá de la ciudad, hasta haber agujereado por debajo gran parte de los marjales anexos a Tharbad. Cada uno domina ahora una sección, aunque la mayor parte de la ciudad la domina el señor ‘humano’.

No se lleva bien con nadie, salvo ocasionales pactos con los gremios de ladrones y su pacto con el señor de las ratas. Además, es un verdadero adicto a casi todas las sustancias prohibidas con las que se trapichea en Tharbad. Desde hace mucho (fue de los primeros) abusa de las más fuertes por los dolores que dice padecer desde la infancia por las teratológicas malformaciones que presenta. Las otras porque le relajan, por vicio y por depender de muchas de ellas hasta niveles escalofriantes. Que los traficantes sigan su curso es una de sus prioridades y hará todo lo posible porque así sea. Tiene laboratorios con alquimistas en busca de ustancias más psicoactivas y analgésicas. Incluso usando elementos suministrados por los chamanes hombre rata con los que tiene ese pacto.

Su terrible presencia y su mefítico olor (se dice que nunca se ha bañado) hacen que muy pocos puedan acercarse a él. Y la mayoría de prostitutas que alquilaba y maltrataba se han negado a que utilice sus servicios, protegidas por alguno de los grandes líderes de los gremios de ladrones. A raíz de una serie de asesinatos que hubo de prostitutas en Tharbad y que quedaron sin esclarecer, las propias rameras tuvieron que unirse a los gremios de ladrones para estar así protegidas. Tras esos asesinatos, evidentemente, estaba 'Su Pestilencia'. Un enfrentamiento con éste alteraría demasiado la relativa tranquilidad de Tharbad, eso y el hecho de que han sabido cómo esconderse de la Inquisición y del Canotar hacen que, aunque la guardia de Tharbad sepa de su existencia, de momento, los hayan burlado. Las autoridades de la ciudad tienen demasiados asuntos importantes de los que ocuparse.

Su plan es tomar las cloacas y desde ahí poder planear su vuelta al trono de Saralainn. Para ello ha construido una banda de deshauciados a base de lo peor de lo peor de Tharbad y de Caras Gwanoth: paupérrimos, asesinos y violadores, tránsfugas de otras bandas de ladrones, proscritos de la justicia, leprosos y tullidos de toda índole, en fin, una maravilla. Es el único lugar en el que tienen cabida este tipo de individuos, y 'Su pestilencia' se encarga de protegerlos y amarlos, ante el desprecio de la ciudad él les da calor. Todos ansían vengarse de las comodidades de 'los de la superficie'.

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Los rátidos son los señores de los marjales por derecho. Ya estaban allí cuando llegaron los hombres de Oessternesse. No son muy inteligentes, pero sí lo suficiente para reclamar como suyo los pantanos y todo lo que la plaga llamada humanos construya sin permiso en o cerca de él. Tampoco son demasiados ni su líder demasiado influyente o poderoso, pero ahí están. Tienen un medio pacto de no agresión ni estorbo con ‘Su Pestilencia’. Pero son hostiles a todo lo demás. En lo más profundo de los mefíticos corredores donde moran, en estancias de piedra sagradas para los hombres rata, guardan a una especie de su dios viviente: es una abominación en forma de antropoinsecto al que adoran. No es demasiado inteligente, pero lo suficiente para dejarse adorar y para resultar peligroso enfrentarse a él. Recientemente, 'Su Pestilencia' ha oído hablar de él, y es conocido por su banda como el Señor Insecto de los hombres rata.

Hasta ahora han permanecido relativamente tranquilos y se han conformado con los pantanos. Pero 'Su Pestilencia' ha llenado sus oídos con promesas de que les dejara morar y mandar en ciertos barrios de Tharbad si le ayudan en su proyecto, y les está empezando a resultar muy atractivo. Pero los brujos rojos son cautos: y saben que las ratas no pueden abandonar la oscuridad, y necesitan a los humanos, más bien sus residuos, para sobrevivir.

Los rátidos que operan por las cloacas son pocos y van en avanzadillas. El grueso de la raza se haya en nidos por todos los marjales, sobretodo en los subterráneos construidos no hace demasiado.
Los Hombres rata encontraron y criaron a ‘Su Pestilencia’, creyéndole un enviado, pues era inmune a las enfermedades que ellos transmitían. Y éste, cuando creció demostró ser un implacable líder sin escrúpulos. Y les instó a soltar todas las enfermedades de las que disponían por Tharbad. Pero no le hicieron caso, porque tenían un pacto con Tharkûn, que les había ofrecido algunos avances sociales y ‘tecnológicos’ para alimentarse y vivir mejor, a cambio de que mantuvieran cerrado su Orbe Sagrado (con las cepas). Ante esta humillante negativa, ‘Su Pestilencia’ renegó de ellos. Y entonces, las cloacas se escindieron en dos. Poco le costó al obeso y deforme humano hacerse con seguidores de entre los desahuciados y rechazados de Caras Gwanoth. Y se organizó, tanto, que llegó incluso a expulsar a los hombres rata de las zonas más importantes de las cloacas, en parte porque conocía sus secretos y en parte porque los hombres rata tenían más difícil operar bajo la ciudad con la Inquisición tan cerca. Los humanos pasaban más desapercibidos. Y ahí siguen, en pugna por el control de las cloacas.

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